Tus días en el club


Última barrida de la noche. Los empleados del club ya terminan su tarea del día para volver a sus casas. Los muchachos de seguridad relojean las cámaras, mientras se toman un café negro como aquel portugués que hoy nos mantiene con la ilusión de sumar. Se apagan las luces del club...

Para muchos la vida social de Newell's es prescindible, sin embargo ahí está, renacida y resurgida después de muchos años de un apagón total. Hay algo que es una realidad, cualquier persona que pase hoy por el club en el crepúsculo del día puede ver cómo se mueve, casi, como si tuviera vida. 

Distintas actividades se desarrollan organizadamente día a día, deportes amateurs, talleres y disciplinas adornadas todas por un rojinegro intenso que hace a la tarea más poderosa. Cada una de ellas lleva los colores en sus disciplinas con todo el orgullo y pregonando los valores que este escudo conlleva. Pero esto no queda ahí, la vida social en Newell's se ve en cada rincón. Mujeres y hombres disputando partidos enérgicos en las canchitas de tenis; algún leproso con muchísima manija comprándose algún producto en la tienda oficial; o una cola de impacientes en atención al socio te reciben en la famosa puerta 6, "la del palomar". 

Cuando entrás, a tu izquierda tenés una hermosa obra de arte, que recuerda la humillación deportiva más grande de la historia mundial -en mi opinión-. Ese arco donde la pelota que muchos de los nuestros deseaban que entre, finalmente ingresó y de la manera más gloriosa, para decretar la muerte de los tristes cricketeros de zona norte.

Te cruzás con chiquitos, vestidos de pies a cabeza con la ropa de la lepra emulando a alguno de sus héroes de botines, listos para prácticar. Chicas que se reúnen extendiendo las manos, como los mosqueteros, cuentan hasta tres y gritan todas juntas "Hockey Newell's" muy fuerte. La verdad no entiendo mucho de hockey pero cada vez que veo ese ritual me emociona.

Luego puedo ver chicos que salen de la pileta, comiendo alguna galletita. Después te pasa por al lado una nena apurada, con una colita de caballo que le tensa todo el pelo, y un estuche de patines cargado al hombro, te pide permiso y disculpas.

Ahí sentís el chirrido de una zapatilla de goma con el paqué y un grito de "Tocá", son los genios del futsal, practicando.

En La Visera Bar ves a Pijui hablándole a algún lepra, contándole la misma anécdota o desarrollando una estadística histórica del club tan precisa como larga.

Te das vuelta y ves a un profe cargando cinco pelotas de básquet, de una manera casi imposible.

Después ves esas obras de arte que hicieron los pibes de "La Fiesta es Nuestra" y "Artistas Leprosos" reluciendo escudos, historias y héroes. La Casa del Hincha, es tu casa soñada.

Luego llega la noche, y es noche de parrilleros donde se escuchan los estallidos del carbón de algún fuego, los cantos clásicos de la hinchada, las risas de leprosos y anécdotas únicas, alguna cumbia por ahí que suena o la Murga de estallados de lepra, sonando los tambores del carnaval eterno.

Mientras ves esos amigos que juntaron 10 para un partido clásico en las canchitas, camisetas blancas contra rojinegras. 

Y en cada rincón que vas, hablan tu idioma, visten tus colores, quieren lo mismo que vos...

La vida social en un club es fundamental para tener una institución sana, para preservar los leprosos del futuro. Todos coincidimos en que la pelota siempre tiene que entrar y eso que pasa en el césped es más importante que cualquier cosa, pero es una realidad que un club sano, poblado de familias, da paz institucional y crea lazos importantes: agrupaciones políticas, folclóricas o solidarias, o simplemente amigos.

Te invito a vos leproso a participar, a descubrir, si todavía no lo hiciste, la alegría indescriptible de pasar tus días en el club más hermoso de todos.

Porque la vida, vivida en rojinegro, siempre es más linda.

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